Los gobiernos con sus gigantescos
presupuestos nunca podrán sustituir a los individuos benefactores que trabajan
arduamente, ningún gobierno esta tan en contacto con las necesidades de una
comunidad como un ciudadano local, ningún gobierno tiene la flexibilidad y la
sensibilidad para satisfacer aquellas necesidades que un filántropo sabio
posee. Ningún gobierno puede demostrar una fe real en un cuidad o inspirar al
pueblo como lo hace la generosidad de un individuo, pero aún más importante, un
filántropo dona su propio dinero no el de otra persona.
Tenemos que tener claro lo
anterior porque si algo dicen muchos que se autodenominan defensores de los
derechos, de los pueblos y de la igualdad de oportunidades, es que necesitamos más
controles gubernamentales, controles que solo terminan restringiendo las
libertades de todas las persona, controles que solo empobrecen.
Nuestra sociedad está errando en
pretender que un gobierno omnipotente resuelva todos los problemas, por el
contrario un gobierno omnipotente trae más problemas que soluciones, el sistema
educativo no puede seguir formando personas que sean dependientes, vulnerables
y carente de auto-confianza, necesita
formar filántropos, personas que amen la humanidad, que sean emprendedores por
naturaleza, que deseen hacer algo bueno por su entorno.
Un Filántropo ayuda a la
humanidad por que le nace, diseña con gusto mejoras para su ambiente y pueblo,
el gobierno la poca ayuda que da es a costa del dinero ajeno y del despilfarro
de sus funcionarios, el gobierno necesita de la pobreza para poder gobernar y
delinquir, el filántropo busca combatir la pobreza porque entre mejor este su
pueblo mejor estará el.
Un pequeño grupo de filántropos
es más útil que un enorme grupo de políticos, ojala esto lo entiendan las
instituciones educativas pues el mundo está lleno de mentiras y una de ellas
es: Tildar a los filántropos como lo peor del mundo y a los gobiernos como la solución
a nuestros males.
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