Una de las peores tragedias que le pueden ocurrir a cualquier ser
humano es estar vivo sin tener nada que le dé sentido y satisfacción a su vida,
a tal punto que aun si su cuerpo está lleno de vida su alma se sienta muerta.
Es frustrante y un completo martirio vivir cuando no hay nada que
alimente a nuestro ser espiritual, vivir por vivir, la rutina y la
insatisfacciones lastima nuestro ser más que cualquier otra cosa.
La vida es para vivirla, no podemos permitir que llegue un punto en el
cual ninguno de nuestros días nos dé una alegría, si esto es así debemos
cambiar, porque nosotros somos los que le damos sentido a nuestra vida, si no
nos sentimos bien con ella, más que nuestro entorno la culpa es nuestra.
Todos tenemos algo que le da sentido a nuestras vidas algunas veces no
lo valoramos y otras veces no lo hemos encontrado, en ambos solo queda que
cambiemos, tratemos de mirar cómo podemos valorar aquellas cosas que
subestimamos, busquemos aquello que nos hace falta, pero jamás nos quedemos
quietos si no estamos satisfechos, quedarnos quietos nos vuelve perezosos,
conformistas y nos atrapa en la rutina, solo aquellos que están en constante
movimiento huyen de la rutina, saben que es lo que los satisface y pueden
sentirse realmente vivos.
No vale la pena vivir si estamos
muertos por dentro, no permitamos que esto nos pase, busquemos siempre la forma
para estar bien con nosotros mismos.
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